EMBALSE DE PINILLA (circular completa)

EMBALSE DE PINILLA (circular completa):

Ruta circular alrededor del embalse de Pinilla, con salida y llegada al pueblo de Pinilla del Valle. En sentido contrario a las agujas del reloj: de oeste a este.

Realizada una mañana de invierno (13 de enero de 2018), con nevada a partir de la mitad del recorrido, que al cuajar alfombró de blanco la orilla norte, creando una estampa paisajística espectacular, que nos animó a abandonar la pista que une Lozoya y Pinilla (el llamado camino natural de Lozoya) para caminar lo más cerca posible del agua.

La caminata empieza en Pinilla para enfilar brevemente el camino que lleva a Alameda del Valle. En el primer cruce (apenas 200 metros recorridos), nos desviamos a la izquierda siguiendo la señal que dirige al valle de los Neardentales (PR-28). En seguida damos con el puente que salva el río Lozoya, que a nuestra izquierda remansa sus aguas en el embalse. Nada más pasar el puente, dejamos el PR-28 y seguimos la pista de la izquierda, que ya nos coloca en la orilla sur del embalse, que queda en nuestro flanco zurdo.

Las vistas son hermosas, con los montes Carpetanos nevados, al norte, proyectando su reflejo alpino en las aguas embalsadas. Al sur, los Altos del Hontanar (Cachiporrilla, cerro del Águila y El Espartal). En poco tiempo, se llega al yacimiento arqueológico del Valle de los Neardentales, erigido sobre la escueta colina de Los Hornos. Pasado el prehistórico lugar, surge una llamativa concavidad en una curva del camino (a la derecha).

La pista atraviesa ocasionales robledales, cuyos ejemplares son de pequeño porte. Justo antes de alcanzar una puerta metálica cuando la pista dibuja una curva a derecha, dejamos la pista (que se adentra por las dehesas) para seguir por el sendero de la izquierda que se alcanza atravesando un paso de valla (señalizado en el track con la bandera '3. Puerta: desvío a izquierda').

De esta forma seguerimos pegados a la orilla, disfrutando de hermosas panorámicas, salvando algún que otro cauce de arroyo hasta dar con unas hermosas campas para enlazar con la pista principal que habíamos abandonado anteriormente (bandera en el track '6. Enlace a pista'). Es en este punto cuando empieza a nevar. De manera ya ininterrumpida hasta el final del itinerario.

Estamos a punto de finalizar el recorrido por la orilla sur, que muere en la presa de Pinilla. Por error, nos adentramos en las instalaciones de la presa (bandera en el track '7. Acceso a presa: no pasar y seguir recto'), por lo que deberemos volver sobre nuestros pasos para seguir por la pista, que bordea la valla de la instalaciones, que quedan a nuestra izquierda. Aquí perdemos transitoriamente la vista del embalse.

La pista desemboca en una pequeña carretera que comunica las instalaciones de la presa con la M-604. Por el asfalto apenas avanzamos 150 metros, pues a la izquierda se descuelga otra pista pedregosa que tomamos para descender al puente del río Lozoya, junto a la estación de tratamiento de aguas (a nuestra izquierda) que nos devuelve a la orilla norte del embalse.

Atravesado el cauce, seguimos el sendero que brota tras una puerta enrejada (bandera '10. Puerta y sendero a Lozoya'). Esta senda nos deja en la pista que nos lleva al pueblo de Lozoya, ya señalizada cada kilómetro, pues es el llamado camino natural de Lozoya, transitado brevemente al principio de la ruta.

En seguida recuperamos las vistas al embalse, cuyas orillas se cubren de nieve, pues la nevisca tiene intensidad. Alcanzado el cruce de caminos que lleva al pueblo de Lozoya, seguimos por la pista que orilla el embalse (el mencionado camino natural de Lozoya).

Pinilla queda a unos 5 km, parte de los cuales recorremos desentendiéndonos de la pista y surcando la nieve que llega hasta el agua. La sensación es la de caminar sobre una playa nevada, pues la sequía ha hecho retroceder el nivel del embalse, dejando al descubierto tierra antes anegada. Una pasada. Y en la más hermosa soledad. ¿Por qué caminar? Por momentos como éste.

A unos 1.000 metros de Pinilla, retornamos a la pista (camino natural de Lozoya), a la altura de la zona que llaman El Trampal, para adentrarnos en seguida en las hermosas dehesas de El Caño, con sus fresnos desmochados, que nevados parecen percéberes, tal como advierte irónicamente una compañera de ruta. El paisaje, completamente blanqueado, es soberbio. Al poco, la iglesia de San Miguel se recorta en el horizonte, advirtiendo del final de la ruta, que concluye por las callejuelas de Pinilla hasta dar con el coche.